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jueves, 19 de enero de 2012

LA PARABOLA DEL BUEN SAMARITANO, EN EL SIGLO 21



(San Lucas 10,25-37)

El maestro de la ley preguntó a Jesús:
- “¿Qué debo hacer para conseguir la vida eterna?. -
- “Ama a Dios y a tu prójimo como a ti mismo”.
- “¿Y quién es mi prójimo?”

Jesús le responde al maestro, pero no directamente con la respuesta solicitada sino que le presenta una parábola en la cual se encuentra la respuesta a su pregunta, en la que él mismo deberá descubrirla.

Como nosotros hoy, por no cuestionar, o por falta de interés, y no investigar las Escrituras, no conocemos la definición de muchas palabras, o el sentido real y la intención de los mensajes que Jesús enseñaba, que no los dijo solo para su época, sino para ahora y siempre.

Sus prédicas siempre fueron de orden espiritual: “Las cosas que yo les digo son verdades espirituales” (Juan. 6,63). Así lo ha afirmado Jesús.
Por ejemplo: las “parábolas” que no son historias reales, cada una encierra un mensaje de sentido espiritual. -(Verdades espirituales).
“Y hay muchos que todavía no creen lo que les digo”, (Jn.6, 64)

Y porque sus palabras o enseñanzas no eran para entenderlas al “pie de la letra” o al razonamiento humano,
“Muchos que le seguían, lo abandonaron por no comprenderle”. (Juan 6.66).
Después que Jesús le haya relatado la parábola al maestro de la ley, le pregunta: ¿Cuál de estos tres te parece que fue el prójimo del hombre que fue asaltado por los ladrones?
“EL QUE TUVO COMPASIÓN, ES EL PRÓJIMO DEL HOMBRE HERIDO contestó.

Jesús confirmó como correcta la respuesta al maestro de la ley a su propia pregunta: ¿qué más debo hacer para entrar en el Reino?. Entonces Jesús le dijo: “ve y haz tú “lo mismo”. Todos los cristianos entendemos y sabemos que nuestro prójimo es aquel que está más cerca a nosotros, que precisa de nuestra ayuda, y que todo lo que hagamos por ellos, es a Cristo mismo a quien le hacemos o le negamos, lo enseñó Jesús. (Mateo 25,31-46).

Ahora pues, ¿Entendemos según la parábola, ¿QUIEN ES MI PRÓJIMO?

Cuestionario
1- ¿QUÉ ES “LO MISMOque aquel hombre debía hacer”, según lo que le “falta”, para entrar al Reino de Dios?, porque esa fue su primera pregunta a Jesús.
¿Deberá buscar algún otro asaltado y abandonado y curarle para hacer
“lo mismo?" -

¿QUIÉN FUE EL QUE TUVO COMPASIÓN DEL HOMBRE HERIDO?
2- ¿Por qué aquel tercer hombre de la parábola que podía reconocer al herido por su fisonomía y sabía que se trataba de un ciudadano de una religión enemiga a la suya, “tuvo compasión” de él?.
Porque era Dios mismo quien tuvo compasión del herido, quien actuó a través del samaritano.
3- ¿Por qué fue el samaritano, y no el primer hombre que pasó, un sacerdote precisamente, o el levita que pasó luego quien es como un ayudante del sacerdote?.

Porque el samaritano amaba a Dios, quien es el más próximo a Él.
Somos templo vivo de Dios y Él vive en nosotros. (1Cor.3,16).
Entonces el amar a mi hermano como prójimo, no es otra cosa que el resultado de haber amado a Dios, mi primer prójimo. Así dice el mandamiento: «Ama a Dios con todas tus fuerzas y de corazón, y con toda tu alma, y a tu prójimo como a ti mismo»

Quien así ama, da como resultado, experimentar lo mismo que San Pablo: “Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí” (Gal.2, 20)
Parecería esto, como exclusivo para “santos”. Pero no es así, simplemente, ayudar a quien nos necesite de acuerdo a nuestras capacidades.

Quien ama en verdad a Dios de esta manera reconociendo su presencia en sí mismo y a Cristo Jesús. Irremediablemente va a tener compasión por cualquier hermano herido y tirado en la calle, lo alzará aunque se ensucie para llevarlo a hacerle curar.

El 11-VII-98 correspondía la lectura y homilía de la parábola “del buen samaritano” Me cupo la oportunidad de estar en la Parroquia de La Recoleta y escuché la homilía dicha por el Párroco. Me gustó y lo dejé escrito.
Resumido:
“Quizás nosotros mismos, sacerdotes, creemos que al celebrar una Misa ya cumplimos con Dios, como el maestro de la ley de la parábola, y si vamos de camino y vemos un hombre herido ensangrentado, no querríamos ensuciarnos con sangre o manchar el tapizado de nuestro coche, y lo dejaremos con la intención de que lo atienda el siguiente hombre que pase.
Porque dice la parábola, que lo dejaron totalmente desnudo, no se sabía de quién se trataba. Pero si le quedara alguna identificación y se reconociera que fuera un personaje importante del gobierno, con mucho cuidado lo alzaríamos. Quizás después daría alguna recompensa”. Concluyó el sacerdote.


HECHOS DE VIDA
¿Cuántas personas podrían estar en el camino de nuestra vida que nos necesitan y no le hacemos caso? «Para los ojos de Jesús sería, lo dejamos abandonado, quizás otro le ayude, y seguimos nuestro camino, el camino de nuestra vida».
¿Por qué no actuamos como el samaritano?

LA RESPUESTA ES CLARA:
“Porque previamente no habíamos experimentado el amor a Dios en nuestro prójimo, como primer mandamiento que se manifiesta en tres, “Ama a Dios- A tu prójimo- “como a ti mismo”.
“VE Y HAZ TÚ LO MISMO”Si amamos a Dios como a nosotros mismo, Él nos hará sentir el deseo de amar, y pondrá en nuestro camino a quien necesite de Dios para que lo ame a través nuestro. Dice en la Biblia: “Dios saldrá a tu encuentro”. No hace falta buscar tanto. (Santiago 4,8)

En el camino de nuestra vida, hay tantos que necesitan de la compasión de Dios, a través nuestro, como un buen samaritano. San Francisco dijo: “Hazme un instrumento de tu Amor” “porque es dando, que se recibe”...

Cada uno sabemos quien necesita de algo que está a nuestro alcance él poder ayudarlo, materialmente, y espiritualmente, quizás simplemente una visita.
O quizás a algunos indefensos que por su debilidad y humildad necesitan que saquemos la cara para defenderlo.

Pero hay una canción de la misma Iglesia cuya letra revela nuestra identidad cristiana, no precisamente auténtica:-- “Con nosotros está y no le conocemos. Su nombre es el Señor y pasa hambre, (hambre de ti), y clama por la boca del hambriento, y muchos que lo ven pasan de largo, a veces por llegar temprano al templo”
Otro párrafo dice: “pasan de largo, a veces preocupados en sus rezos”
También: “preocupado en su diario trajinar”.-
Lo cantamos en la Iglesia pero sin comprometernos practicar lo que sugiere el mensaje.
¿Qué mas debo hacer entonces para entrar en el Reino?
¿Amamos a Dios, y al prójimo como a nosotros mismo?

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