¿QUE SIGNIFICA LA CONVERSIÓN?
¿ESTAMOS TODOS CONVERTIDOS?
Generalmente, todos y cada uno de
nosotros nacemos en una familia bautizada e instruida en una religión.
Y
los hijos, seguimos por herencia y educación de nuestros padres practicando la
misma religión, y así sigue por generaciones, a excepción de algunos de la
familia que cambia de religión, por curiosidad de experimentar otra o porque
esa no satisface sus necesidades espirituales.
Pero
en fin cada uno tenemos y nos mantenemos en el bautismo de una religión. Religión,
en la cual creemos que está presente Dios Padre, Jesucristo y el Espíritu
Santo.
Al
ser mayores, ya nos sentimos seguros de
nosotros mismos porque nos abrigamos con el ropaje de las costumbres y normas
que la misma religión nos envuelve hasta
tal punto de no poder ver que el Centro de nuestra religión y de nuestra vida
es Dios mismo en Cristo Jesús resucitado. Cabeza de la Iglesia y guía de nuestras
vidas.
En muchos casos, el amor por la religión y sus prácticas, nos
desvía de la atención que debemos prestar hacia Dios mismo, y en consecuencia a
Dios en el hermano que nos necesita.
Quizás algunos nunca
han escuchado este también mandamiento de Jesús: “Arrepiéntanse y conviértanse para que sus pecados les
sean perdonados” –
Se puede leer en muchos pasajes
de la Biblia, cito algunos: Hechos 3,19 - Mateo 9,13 - Marcos 1,15 - Romanos:
6,11 6,19 y 6,22, etc. etc.
No
nos ponemos a pensar si necesitamos ese
arrepentimiento, o si somos una persona
convertida a Cristo Jesús. Porque nos contentamos con la práctica rutinaria de
nuestra religión.
CONVERSION
Entonces,
¿de qué y a qué tenemos que “convertirnos?
La Palabra de Dios es muy clara: “Arrepiéntanse de sus pecados, de las malas intenciones que brotan en el corazón, que
luego se manifiestan en malas acciones,
y Vuélvanse a Dios, para que así sus pecados les sean perdonados” (Hech. 3,19-26,20//
En el A. Testamento se amplía esta invitación con una promesa: y
“busquen a Dios, y les devolverá la prosperidad
al país” (2Crónicas 7,17).
Obviamente
está indicando que el país va mal cuando c/u de sus habitantes no viven de
acuerdo a la voluntad de Dios.
ANALIZANDO:
¿COMO ES NUESTRO MUNDO?
¿No
nos damos cuenta acaso cómo es el mundo en que vivimos?;
Un
mundo donde “reina” el desamor manifestádo en violencias, corrupción, envidia,
odio, rencor, venganzas que lleva a las angustias, sufrimientos y muertes.
No
se sorprendan de palabras tan duras, pero son hechos de la vida real, que
observamos todos los días en los noticieros televisivos.
¿QUÉ ES LA MALDAD?
La maldad no es precisamente un
adjetivo propio de una persona. Lo que llamamos mal, significa la ausencia de
Dios y su amor en esa persona. Si le deja vivir a Dios y su Amor en su vida, solamente
va a “amar”.
Convertirse, implica un cambio radical (de raíz), del modo de
vivir; Es abandonar aquellos sentimientos
personales y egoístas. Y todo esto puede ocurrir en cada uno, si deja vivir a
Dios y el Amor en él.
Al
tener ese Amor nos va a inducir por propio deseo a deshacernos de aquellos
sentimientos llamados malos que son los que salen del corazón y nos impulsan a realizar
una conducta de acuerdo a nuestro propio juicio, muchas veces en perjuicio del
prójimo, físicamente o moralmente, y
“volverse
a Dios”, a través de Cristo Jesús.(Lea
Efesios 4,23-24 y Colos. 3,5).
ESTO ES CONVERTIRSE
Volverse a Cristo
significa, sentir, pensar y actuar como Cristo lo haría, ante cualquier
circunstancia o situación que se nos presenta en la vida. Y esto sucederá si El
Amor de Dios vive en nosotros, ese amor que Dios vino a mostrarnos a través de Cristo
Jesús.
“Tengan ustedes la misma forma de pensar que tuvo
Cristo Jesús”
(Filip.2,5)
Si
estamos convencidos de estar convertidos a El, no debemos esperar que los demás
sean buenos con nosotros para ser buenos con ellos.
La
conversión, es personal primeramente, y se debe demostrar por nuestros actos,
que somos de Cristo Jesús-Dios (Hechos 26,20) conversión que convence por amar a quienes no nos aman.
“Así
se verá brillar la luz de Cristo en nosotros” (Mateo 5,16)
La
conversión es la voluntad del hombre y el poder de Dios que efectúa el cambio
en nosotros.
Ese cambio equivale a pasar de un
estado de vida a otro.
LA APARENTE CONVERSIÓN
El resultado de la conversión no
consiste simplemente
qué lugar ocupa en su Iglesia
Local, sino qué lugar ocupa Cristo en su corazón para así militar en la Iglesia
con amor, humildad, sencillés.
Pablo
nos orienta: “hagan morir todo lo terrenal que hay en ustedes”, (es
decir los malos deseos del mundo) (Colos. 3,5)
Pero
hay tantas cosas que ocupan nuestro corazón y nuestra mente que no queremos
pero debemos abandonar, para pertenecer
a Cristo.
Cada uno de nosotros hasta el
último de los pequeños, somos responsables de nuestra conversión a Cristo. Y que
solo “alaben a Dios nuestro Padre,
al ver brillar la luz de Cristo por las obras de amor que debemos hacer”. (Mateo 5,16), aunque seamos humildes o tengamos altos
cargos en la sociedad, debemos tener el mismo sentir de Cristo Jesús.
Para
así crecer espiritualmente con Cristo en comunidad militando en la Iglesia de
nuestra religión.
Si
no logramos tener, mantener y vivir este
pensamiento evangélico para poder actuar de la misma manera de acuerdo a lo bueno que pensamos. Entonces:
NO ESTAMOS CONVERTIDOS A CRISTO.
Recién estamos caminando en pos
de la “conversión”
No hay comentarios:
Publicar un comentario