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jueves, 19 de enero de 2012

EL LIBRO DE LA VIDA


La Palabra de Dios en la Biblia nos habla de un "Libro de la Vida",  relaciona ese "Libro" a Dios mismo. (Apocalipsis 3,5)
         Pero porque Dios habita en la vida de cada uno de los seres vivientes del mundo y de todos los mundos habitados que pudieran existir, ese "Libro de la Vida" lo llevamos cada uno, porque Dios está en todos, y todos estamos en Dios, y su Espíritu está en lo más profundo de nuestra conciencia.  Aunque  muchos hechos vividos ya no lo recordamos,  está guardado allí en la memoria del subconsciente.
         La referencia de que somos templo vivo de Dios y del Espíritu Santo, se encuentra en:  (1Corintios 3,16-17)
         Otra definición bíblica es, que en Dios vivimos, nos movemos y existimos. (Hechos 17,28)

         Mientras estamos en este mundo, las capacidades de nuestro espíritu están limitadas por nuestra humanidad.
         Como explica San Pablo, somos como una semilla. No podemos saber la vida que hay dentro de cada semilla, por eso dice, que es necesario que la semilla muera, y de ella salga como broto la nueva vida.(1Co. 15:35-36) (1Co 15,52)
         Entonces al morir nuestro cuerpo, nos encontramos en el mundo espiritual frente a Dios y con el Libro de nuestros hechos a la luz:  "Todo saldrá al descubierto (Hebreos 4,12-13) - Y cada uno será juzgado de acuerdo a sus obras, según lo que está escrito en "el Libro".  (Apocalipsis 20,12)

         Respecto a "las obras", hay muchas, que hacemos y que según nuestra opinión es correcta pero si se trata de otra persona que está relacionada a "esa obra", puede que ella opine de manera opuesta, y una tercera persona puede opinar igual o en favor de una de las dos o diferente a las dos. Esta es la razón por la cual Jesús dejó instrucción para que nadie juzgue a nadie.  "No juzguen ustedes a nadie para que Dios no les juzgue a ustedes" (Mateo 7,1)  //No juzguen nada antes de tiempo...el Señor sacará en su momento a la luz  todo lo que está en la oscuridad. (1Cor. 4,5)//
También dice Jesús en el Ev. De S. Mateo “No juzguen ni condenen, porque con la misma vara, serán juzgados y condenados. Ustedes juzgan por la apariencia Yo Juzgo por la verdad”. (Juan 7,24….) (Mateo 22,16)
        
         En la otra vida los "libros" de cada uno estarán totalmente al descubierto y se podrá observar las verdaderas intenciones de las obras

de cada uno. Y es por esas intenciones que seremos juzgados. Por eso  Dios, Dice: "no por las apariencias" (S.Juan.7,24) 


Pero tenemos una promesa, de Dios mismo, "que podemos ser salvados por la  gracia, la ley del perdón por la fe" (Efes. 1,7-2,5-2,8-)

         Por lo que ya pasó debemos orar a Dios Padre  que nos perdone en consideración por el sacrificio que Cristo Jesús realizó, precisamente para ser redimidos de nuestros pecados. Debemos orar sin descanso por el perdón de nuestros pecados, para que sean borrados nuestros malos hechos del "Libro de la Vida", para que no tengamos que ser juzgados, ni por Dios ni por las almas de las personas ofendidas en la tierra.

Pero algunos dirán: “Es muy cómodo ser salvado de nuestros pecados por el sacrificio de Jesucristo, ¿Por qué esa persona que hizo daño va a ser salvada simplemente por creer en la ley del perdón?”.
Podría hasta observarse como una injusticia por parte de Dios mismo.

Tiene razón esa persona que así pensare, por eso en la misma Biblia la palabra de Dios, presenta las dos opciones, la del  juicio individual.
En donde ni siquiera Dios se va a presentar sentado en un trono como juez ante quien debemos estar presentes para que nos dicte sentencia. Porque aún así mismo podemos nosotros, con debilidad de espíritu inferior, criticarle a Dios, “¿Por qué a ese le castiga menos y a mí más? etc. Etc.

Por esa situación Dios presenta, que cada uno llevamos escrito en nuestro libro de la memoria espiritual: (que es la vida que permanece) todos nuestros hechos realizados en la tierra, por eso,

         Es mejor amontonar en nuestro "Libro de la Vida" en donde Dios todo lo ve, obras de amor, para poder cosechar los frutos de ese amor.
         Pero si actuamos sin misericordia en perjuicio del prójimo, y no lo reconocemos como una falta, después de la muerte física todo quedará al descubierto y unos frente al otro en el espíritu.        

         Si fue revelado Por Cristo, en siglos cercanos al presente, para que se rece un "Rosario" con el cual se pide por el perdón de nuestros pecados y del "mundo entero" obviamente será porque es necesario hacerlo.
(Muchos creen y otros no).

Estudiemos "San Lucas 5,17-24"
         Le trajeron a Jesús a un paralítico para que lo sane. "Jesús dijo al paralítico: Tus pecados te son perdonados. Pero los maestros de la ley y los fariseos pensaban ¿Quién es este que se atreve a decir palabras ofensivas contra Dios? (¡Blasfemia dice!) ¿Quien puede perdonar pecados, sino solo Dios? (Lucas 5,21).
         Sabiendo Jesús, sus pensamientos les dijo: "Por qué piensan así"(5,22)
-Y sanó al paralítico para demostrarles que Jesús "el Hijo del Hombre" tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados" (5,24)

                   ¿Qué conclusión sacamos de este pasaje bíblico?
Que solo Dios perdona los pecados. Si es merecedor para eso.
Y que es necesario el perdón para ser sanado el cuerpo físico.
Que Dios estaba en el Hijo perdonando y sanando.
Porque dijo: "Lo que yo hago y digo no es de Mí sino de mi Padre que está en Mí" ( Juan 10,38)

         Por eso Jesús nos dice que es necesario perdonarnos unos a otros las ofensas, para que seamos perdonados por Dios. (Marcos 11,25).
         Es necesario "trabajar" aquí, para que nuestro "Libro de la Vida" en Dios, esté de acuerdo a su voluntad porque nosotros mismos vamos a ver ese "libro" de nuestros hechos, en su presencia, lo veremos todo en un instante, en un "abrir y cerrar de ojos" y ya no habrá posibilidad de excusarnos. - Ese es el diario de nuestra vida, pero porque está en el espíritu no lo podemos ver con los ojos del cuerpo, está para nosotros, en la "oscuridad" repito la cita: (1Co. 4,5)



Escrito     7-abril-2004 
Revisado en agosto 2012.-
 Juan Carlos Bordón